Así escribe su crónica del día 11 de octubre de 1962
Son las ocho y treinta y cinco: Comienza
la más solemne aventura del siglo
(José Luis Martín Descalzo).- El Concilio Vaticano I concluyó con una impresionante tempestad. El Vaticano II ha tenido como prólogo un, al parecer, inacabable aguacero. Toda la tarde de ayer -después de unos deliciosos días otoñales- el cielo de Roma se vio oscurecido por una lluvia cerrada y espesa. Como si la Providencia tratase de encadenar este Concilio con el precedente.
-Si sigue así, mañana la lluvia deslucirá el cortejo de la plaza- comenta alguien.
-¡Bah!- responden a mi lado-; esto lo arregla Juan XXIII con rezar diez minutos...
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