Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
»Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Dios de vida
Eres un Dios de vida, no de muerte o violencia no de guerra, ni de indiferencia. La vida en germen, que crece, invisible; la vida recién nacida, con todo por escribir; la vida capaz de admirarse con ojos de niño al descubrir el mundo; la vida bulliciosa del joven que explora la edad de las posibilidades; la vida encarnada de quien ya ha elegido, y conoce la tierra que pisa; la vida otoñal, que conjuga sabiduría y cansancio, memorias y afectos, viejos anhelos y aún nuevas ilusiones. La vida que se encamina a un nuevo mañana. La Vida prometida, eterna, contigo.
En tiempos tan desafiantes como los que vivimos, volver a lo esencial nos trae libertad y calma, nos ordena, nos urge a plantearnos lo que realmente buscamos, dónde y cómo lo hacemos; desde qué lugares vitales leemos la realidad y participamos en el devenir común de nuestra comunidad humana y aún más allá, en comunión con la Creación entera de la que somos parte.
Jesús puso a sus discípulos esta comparación: «Fijaos en la higuera y en todos los demás árboles: cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros mismos que ya está llegando el verano. Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».